Autoaceptación y bienestar

Autoaceptación y bienestar.

Autoaceptación significa reconocer que somos valiosos y dignos de ser queridos y respetados a pesar de no ser perfectos.
La autoaceptación es el primer paso para una autoestima alta.
Eres tu mejor amigo
o tu peor enemigo.


¿Cómo te sientes cuando estás con una persona que te critica?
¿Y qué sucede si te critican constantemente, la mayor parte del tiempo?
¿Te enojas?
¿Te deprimes?
¿Te devalúas?

Independientemente de tus sentimientos y de tu reacción hacia la o las personas que te critican, no puedes negar que es sumamente desagradable vivir así.

Sin embargo, a pesar de que no nos damos cuenta, es muy común que nosotros nos critiquemos constantemente, en lo que llamamos nuestro diálogo interno, es decir, con nuestro pensamiento.
Un pensamiento rápido, silencioso y por ello, difícil de detectar, pero no por eso, menos dañino.

Generalmente tenemos un concepto equivocado de lo que significa aceptarse.
Con frecuencia pensamos que quiere decir negar o quitarle importancia a lo negativo y resaltar sólo lo positivo o pensar que somos lo máxima.
No significa decir "así soy y ni modo" ni quiere decir, que nos tienen que gustar todas nuestras características y todo lo que hacemos.

Aceptarse implica reconocer que somos valiosos y dignos de ser queridos y respetados, a pesar de no ser perfectos.
Aceptar quiere decir:
  • Reconocer que las cosas y las personas son como son, independientemente de que me gusten o me disgusten.
  • Dejar de pelearme y/o enojarme con la vida, Dios o conmigo mismo porque no son diferentes.
  • Dejar de exigir y esperar que sean distintas, porque "deberían" de ser como yo quiero.
  • Pensar: "Esta es mi realidad".
El mundo funciona, en gran parte, de acuerdo a la relación causa y efecto, aunque muchísimas veces no nos damos cuenta de cuales son las causas y sólo vemos los resultados.

Las cosas, las personas y la vida, son como son, porque se han dado las causas o requisitos previos necesarios, para que sean así.

Sin embargo aceptar no quiere decir resignarse.
Resignarse es mantener el enojo y el dolor y decir "ni modo", "no hay nada que yo pueda hacer".
Es tomar una actitud pasiva y fatalista.

Aceptar es reconocer cual es mi punto de partida para cambiar lo que puedo cambiar y vivir de la mejor forma posible lo que no puedo cambiar.

Aceptarme es reconocer mis fallas y defectos sin devaluarme por ellos, sin rechazarme y sin enojarme.
Es estar contento conmigo mismo por ser, por existir.

¿Por qué es importante aprender a aceptarnos?
  • Cuando nos aceptamos, dejamos de pelearnos con nosotros mismos y podemos relajarnos.
  • No nos da miedo ni nos angustia reconocer algo negativo, porque no nos calificamos por ello.
  • Podemos manejar la crítica, analizarla, aceptarla o rechazarla, sin enojarnos ni devaluarnos.
  • Sabemos que podemos ser aceptados por los demás, por lo que recibimos y disfrutamos su cariño y sus acciones.
    No vivimos angustiados por el pensamiento de: "si realmente me conocieran, no me querrían".
  • Podemos mostrarnos como somos, sin tratar de imitar a los demás o de utilizar máscaras que impidan mostrar nuestra forma de ser.

Cada vez que pienses debería (o no debería) cámbialo por me gustaría.
Recuerda que las cosas son como son, porque se dieron las circunstancias necesarias para provocar esa situación, conducta, pensamiento, sentimiento, etc.
Procura borrar la palabra "debería" de tu lenguaje, porque sólo provoca enojo, angustia y/o impotencia.

Cuando te califiques por una característica negativa y te rechaces, devalúes, regañes, etc., recuerda que no es más que una sola característica de las muchas que posees.

Así como no eres tu nariz, tu dedo del pie o tu hígado, no eres tu flojera, tu dificultad para relacionarte, tus errores, etc., etc.
Cada una de tus características, pensamientos, sentimientos y conductas son sólo una pequeña, muy pequeña parte de ti, aun cuando la consideres muy importante.

Ten en cuenta que la mayor parte de las cosas que no nos gustan, sobre todo en cuanto forma de ser, podemos cambiarlas o manejarlas de una manera diferente.
La solución está en nuestras manos, en el reconocerlas y trabajar para modificarlas.

Cuando te describas y juzgues tu forma de ser, analiza si tu punto de comparación y tus expectativas no son demasiado elevados.
Recuerda que el ser humano, como tal, tiene características positivas y negativas, conductas adecuadas e inadecuadas y es falible, es decir, comete errores.
No existe nadie que sea perfecto.
Lo que sucede es que con frecuencia no vemos los errores de los demás.

Todas las personas están en un constante proceso de aprendizaje.
Nadie sabe todo, ni nadie puede hacer todo.

Lo que calificamos como bueno o malo, con mucha frecuencia está basado en los valores y creencias de la cultura en este momento.
Lo que puede ser una cualidad o defecto actualmente en nuestro país, pudo haber sido considerado todo lo contrario en otra época o puede ser visto de manera diferente dentro de 50 años.


Por lo tanto, cuando te califiques negativamente, analiza dónde, cómo y por qué aprendiste a pensar así y más que calificarte negativamente para rechazarte, observa las consecuencias y decide si quieres hacer algún cambio. 


             Este es el paso siguiente. La crítica deprime al espíritu: el elogio lo levanta. Reconoce tu Poder, reconoce a tu yo Dios. Todos somos expresiones de la inteligencia Infinita. Cuando te desprecias, desprecias al Poder que te ha creado. Empieza por cosas peque ñas. Dite a ti mismo que eres una persona maravillosa. Si lo haces una vez y dejas de hacerlo, no funciona. Continúa. Aunque sea un minuto cada vez. Créeme, a medida que lo vas haciendo resulta más fácil. La próxima vez que hagas algo nuevo o diferente, o algo que comienza a aprender y no sabes muy bien cómo hacerlo, proporciónate aliento y apoyo.
            La primera vez que hablé ante un auditórium, me dije: “Louise, has estado fabulosa, teniendo en cuenta que ésta ha sido la primera vez. Cuando lo hayas hecho  unas seis veces, serás una profesional”. No me regañé diciendo: “Ay olvidé decir esto o aquello”. No quería que me diera miedo hacerlo la próxima vez.         Si me castigaba la primera vez, me castigaría la segunda y finalmente sentiría terror de hablar. En ningún momento me hice sentir mal. Me preocupé especialmente de elogiarme y felicitarme por ser maravillosa. Cuando ya había dirigido seis reuniones era una profesional. Creo que podemos aplicar este método en todos los aspectos de nuestra vida.
            Permítete aceptar lo bueno tanto si crees que te lo mereces como si no. Ya hemos hablado de cómo la creencia de que no somos merecedores es nuestra resistencia a aceptar el bien en nuestra vida. Eso es lo que nos impide tener lo que deseamos. ¿Cómo vamos a decir nada bueno de nosotros si creemos que no nos merecemos lo bueno?
            Acude a tus amigos y permíteles que te echen una mano. En realidad, es una muestra de fortaleza pedir ayuda cuando se la necesita. Son demasiadas las personas que han aprendido a ser autosuficientes. No pueden pedir ayuda porque su ego se lo prohíbe. En lugar de intentar hacerlo todo solo y enfadarte porque no lo consigues, la próxima vez pide ayuda.
            En todas las ciudades hay grupos de apoyo. Si no logras encontrar lo que deseas, puedes iniciar tu propio grupo. No es tan difícil como podría parecer. Reúne a dos o tres amigos que tengan los mismos problemas y establece unas pocas líneas directrices a seguir. Si lo haces con el amor de tu corazón, el grupo crecerá. La gente se sentirá atraída como por un imán. Los grupos de apoyo se han convertido en una nueva entidad social y son instrumentos muy efectivos para esta compleja época. Cuando las personas trabajan juntas en un objetivo común, acuden con su dolor, su confusión, su rabia o lo que sea, y se unen, no para quejarse y gemir, sino para encontrar la forma de superar sus problemas, para elevarse por encima de ellos y crecer.
Amemos nuestros rasgos negativos.
            Todos ellos forman parte de nuestra creación, del mismo modo que todos nosotros formamos parte de la creación de Dios. La Inteligencia que nos ha creado no nos odia porque cometamos errores o porque nos enfademos con nuestros hijos. Esta Inteligencia sabe que hacemos lo mejor que sabemos y nos ama porque todos somos sus creaciones; de igual modo podemos amarnos nosotros. Si te pasas la vida diciendo:” Odio mi trabajo. Odio mi casa. Odio mi enfermedad. Odio esta relación. Odio esto, odio aquello…”, muy pocas cosas buenas podrán entrar en tu vida
UNA VIDA DE ENFADO. RABIA HABITUAL Louise L. Hay
            A lo mejor eres una persona que se ha pasado enfadada la mayor parte de su vida. Quizá sientas lo que yo llamo “rabia habitual”. Pasa algo y te enfadas. Pasa otra cosa y te vuelves a enfadar. Y así continuamente. Te pasas la vida enfadándote, pero nunca vas más allá de la rabia. La rabia habitual es infantil: uno siempre quiere salirse con la suya. Te convendría preguntarte: ¿Por qué escojo estar todo el tiempo enfadado?
¿Es ésta la única manera que tengo de reaccionar ante la vida? ¿A quién sigo castigando? ¿O amando? ¿Es esto lo que deseo? ¿Por qué necesito ponerme en este estado? ¿Qué creencia mía causa toda esta frustración? En otras palabras, ¿por qué crees que para salirte con la tuya tienes que enfadarte?
            La rabia habitual no es buena para tu cuerpo, porque se queda alojada allí. Fíjate en qué centras tu atención la mayor parte del tiempo. Siéntate frente al espejo durante diez minutos y mírate. “¿Quién eres?”, pregúntate, “¿qué es lo que deseas?” “¿Qué es lo que te hace feliz?” “¿Qué puedo hacer para hacerte feliz?” Ha llegado el momento de hacer algo diferente. Crea dentro de ti un espacio nuevo y llénalo de hábitos amables, optimistas y alegres.
            Muchas personas suelen enfadarse cuando conducen. Para evitarlo, cuando voy a conducir primero pongo amor en el coche al subirme a él, y en seguida afirmo y sé que siempre voy a ir rodeada por conductores maravillosos, competente y felices, que de todas las personas que me rodean son buenos conductores. Debido a mis creencias y afirmaciones, rara vez me toca algún mal conductor cerca.   Tu coche es una prolongación tuya, del mismo modo que todo y todos son prolongaciones tuyas: por lo tanto, pon amor en tu coche y envía tu amor a todas las personas que te rodean en las calles y en las carreteras. No hay nada nuevo ni especial respecto a la rabia. Nadie escapa a su experiencia. El secreto está en identificarla por lo que es y en llevar esa energía en una dirección más sana. Si te pones enfermo, no te enfades por ello. En lugar de meter rabia en tu cuerpo, llénalo de amor y perdónate.
            El resentimiento es rabia que se lleva enterrada durante mucho tiempo. El principal problema del resentimiento es que se aloja en el cuerpo, generalmente siempre en el mismo sitio, y llegado un momento comienza a carcomer los tejidos. Muchas veces se convierte en tumores y cánceres, Por lo tanto, reprimir la rabia y dejar que se instale en el cuerpo no conduce a una buena salud.
            En la mayoría de los hogares, la rabia no era aceptable; sólo a una persona, normalmente el padre o la madre, se le permitía expresarla. Ahora podemos comprender que somos nosotros los que nos aferramos a ella.
            Una ostra coge un granito de arena y lo va cubriendo de carbonato de calcio hasta que el granito se transforma en una hermosa perla. De igual modo, nosotros cogemos nuestras heridas emocionales y las vamos alimentando mediante lo que yo llamo pasar la vieja película una y otra vez en nuestra mente.
            No nos culpemos por fracasar o hacer mal las cosas. No nos sintamos culpables. No hay ninguna culpa. Nadie hace mal nada. Todos hacemos las cosas lo mejor que podemos con el entendimiento y la información de que disponemos. Nuestro Yo Superior conoce nuestro destino y sabe lo que  necesitamos aprender para progresar en nuestro proceso evolutivo. No hay ningún modo equivocado o malo de hacer las cosas, simplemente “hay”.
 

Más allá del dolor


MÁS  ALLA DEL DOLOR Louise L. Hay
Somos muchísimo más que nuestro cuerpo y nuestra personalidad.
El espíritu interior es siempre hermoso y digno de amor, por mucho
que pueda cambiar nuestra apariencia externa.
 
El dolor de la muerte.
            Es fabuloso ser positivo. También es fabuloso reconocer lo que se siente. La naturaleza nos ha dado sentimientos para pasar por ciertas experiencias: negarlos causa más dolor. La muerte es un fracaso, recuérdalo. Todos morimos, la muerte forma parte del proceso de la vida.
            También es correcto enfadarse y ponerse histérico cuando alguien se muere. No se puede simular que no duele. Es necesario dar salida a los sentimientos. Permítete llorar. Mírate al espejo y gime: “No es justo”, o lo que sea que sientas. Déjalo salir, lo repito; de lo contrario, te crearás problemas en tu cuerpo. Cuida de ti mismo lo mejor posible.
            Aunque el desahogo de la aflicción lleva su tiempo, a veces uno se siente como si estuviera en un pozo sin fondo. Si continúas con tu aflicción pasados unos años, eso quiere decir que te estás revolcando en ella. Es necesario que perdones y liberes a la otra persona, así como a ti mismo. Es bueno recordar que no perdemos a nadie cuando muere alguien, puesto que esa persona jamás nos perteneció.
            Medita en la persona que se ha ido. Fuera lo que fuese que esta persona creyera o hiciera cuando estaba viva, en el momento en que deja el planeta, se levanta un velo y ella ve la vida con mucha claridad y nitidez. De modo que las personas que han muerto ya no tienen los temores ni las creencias que tenían cuando estaban aquí. Si estás sufriendo mucho por la muerte de un ser querido, probablemente te dirá que no te preocupes porque todo está bien. En tu meditación pídele que te ayude a pasar este período, y dile que le amas.
Comprender nuestro dolor. Muchas personas viven cotidianamente con un dolor continuo. Pero, ¿qué es el dolor? Muchos estamos de acuerdo en que es algo de lo que nos gustaría vernos libres. Veamos qué podemos aprender de él. ¿De dónde procede? ¿Qué trata de  decirnos? El diccionario define el dolor como: “una sensación desagradable o molesta debida a un daño o trastorno corporal”. Otra definición es: “sufrimiento o tormento mental o emocional”.
Ya que el dolor es una manifestación del malestar mental y físico, es evidente que tanto la mente como el cuerpo son susceptibles de sufrirlos. No hace mucho fui testigo de un maravilloso ejemplo que ilustra este punto. Estaba observando a dos niñas que jugaban en el parque. La primera levantó la mano para darle una juguetona palmada en el brazo a su amiguita. Antes que la tocara, la otra exclamó:” ¡Ay!”.”¿Por qué gritas si aun no te he tocado?”, dijo la primera mirándola. A lo cual la otra contestó rápidamente: “Ah, es que yo sabía que me iba doler”. En este ejemplo el dolor mental fue imaginarse o suponer el dolor físico. El dolor nos llega de muchas formas: un arañazo, un chichón, una magulladura; malestar, dormir mal, una amenaza, un nudo en el estómago; una sensación de entumecimiento en el brazo o la pierna…En la mayoría de los casos el dolor intenta decirnos algo. Sea cual fuere el mensaje, debemos recordar que el cuerpo humano es una maquinaria maravillosamente construida. Cuando hay problemas nos informa de ello, pero sólo si estamos dispuestos a escuchar.
 


Las situaciones negativas tienen su razón de ser







            Sea cual fuere la situación negativa en que te encuentres, está ahí por algún motivo; de otra forma, no le hubieras permitido entrar en tu vida. Es necesario que entendamos que sea cual sea el problema que tengamos, nosotros contribuimos a crearlo con el fin de manejar ciertas situaciones.
            Sean cuales fueren nuestras `pautas negativas, podemos aprender a satisfacer esas necesidades de forma más positiva. Por eso es tan importante hacerse la pregunta:” ¿Qué beneficios saco de esta experiencia? ¿Qué hay de positivo en ella?” No suele gustar responder a esa pregunta. Pero si realmente miramos en nuestro interior y somos honestos con nosotros mismos, encontraremos la respuesta. Tal vez tu respuesta sería: “Es la única manera           que tengo de conseguir una amorosa atención de mi pareja”. Una vez que lo has comprendido, puedes comenzar a buscar formas más positivas de conseguirla.
            El humor es otro potente instrumento; nos ayuda a liberarnos y a aligerarnos durante las experiencias tensas y agotadoras. En las reuniones de los miércoles dedicamos un tiempo a los chistes. A veces recibimos la visita de una oradora llamada “la dama de la risa”. Tiene una risa muy contagiosa y hace reír a todo el mundo. No podemos tomarnos siempre tan en serio, y la risa es muy curativa.
Cuidemos nuestro cuerpo.
            Considera tu cuerpo como una maravillosa casa en la que vives durante un tiempo. Amas y cuidas tu casa ¿verdad? Así pues, vigila lo que te metes dentro de tu cuerpo.
            No he conocido nunca a una persona adicta a alguna droga que se ame a sí misma. Usamos el alcohol y otras drogas para escapar de la sensación de no valer nada, residuo de nuestra infancia, pero cuando el efecto se acaba nos sentimos peor que antes. Entonces, por lo general, nos invade la culpa. Es necesario que nos demos cuenta de que no hay peligro en tener los sentimientos que tenemos ni en reconocerlos. Los sentimientos pasan, no se quedan.
            Otras formas de ocultar nuestro amor por nosotros mismos es atiborrarnos de comida. No podemos vivir sin comer porque el alimento da energía a nuestro cuerpo y le ayuda a crear nuevas células. Es posible que conozcamos bien los elementos de una buena nutrición, pero aún así utilizamos los alimentos para castigarnos y crearnos obesidad.
            Tomar conciencia de lo que metemos en nuestra boca y de cómo nos hace sentir es un acto de amor hacia nosotros mismos. Si una hora después de comer te sientes soñoliento, podrías preguntarte:” ¿Qué comí?” Es posible que hayas comido algo que no le sentó bien a tu cuerpo en ese momento determinado. Comienza a prestar atención a lo que comes, qué alimentos te dan energía y cuáles te agotan y te bajan el ánimo.
            Busca alguna  forma de hacer ejercicio que te guste, que te  resulte agradable. Adopta una actitud mental positiva hacia el tipo de ejercicio que realizas. Muchas veces nos creamos obstáculos en el cuerpo principalmente como consecuencia de lo que asimilamos de otras personas. Aquí también, si quieres hacer cambios, es necesario que te perdones y dejes de introducir rabia y rencor en el cuerpo. La combinación de las afirmaciones con el ejercicio físico es una buena manera de reprogramar los conceptos negativos respecto al propio cuerpo