La culpa es una de las emociones más comunes.
También es una de las que más nos desgasta y daña de manera importante, nuestra autoestima.
Todos nos hemos sentido culpables en más de una ocasión.
La culpa surge cuando pensamos que hicimos algo malo.
O cuando creemos que deberíamos haber hecho algo y no lo realizamos.
Podemos hablar de dos tipos de culpa:
También es una de las que más nos desgasta y daña de manera importante, nuestra autoestima.
Todos nos hemos sentido culpables en más de una ocasión.
La culpa surge cuando pensamos que hicimos algo malo.
O cuando creemos que deberíamos haber hecho algo y no lo realizamos.
Podemos hablar de dos tipos de culpa:
· Positiva,
· negativa.
La primera es aquella que nos sirve para darnos cuenta de
que actuamos mal, nos permite analizar y corregir nuestra conducta y aprender
de lo que sucedió.
En este caso más que hablar de culpa, hablamos de responsabilidad.
La culpa negativa es aquella que nos lleva a pensar y repensar en lo que estuvo mal y en cómo nuestra conducta demuestra que somos malos, tontos, etc.
Reconocemos lo mal que nos sentimos, pero no hacemos nada al respecto.
Sólo recordamos y revivimos la situación una y otra vez y en cada ocasión nos devaluamos, disminuyendo nuestra autoestima.
Este tipo de culpa:
En este caso más que hablar de culpa, hablamos de responsabilidad.
La culpa negativa es aquella que nos lleva a pensar y repensar en lo que estuvo mal y en cómo nuestra conducta demuestra que somos malos, tontos, etc.
Reconocemos lo mal que nos sentimos, pero no hacemos nada al respecto.
Sólo recordamos y revivimos la situación una y otra vez y en cada ocasión nos devaluamos, disminuyendo nuestra autoestima.
Este tipo de culpa:
1.
Es inútil,
2.
afecta nuestra salud física y emocional y
3.
nos paraliza, es decir, nos impide actuar.
La verdadera causa de la
culpa.
Generalmente pensamos
que una mala acción provoca culpa.
Pero no siempre es así
¿Has notado que, ante una misma conducta o situación, no todas las personas se sienten culpables?
¿Sabes a que se debe esta diferencia?
La culpa no está provocada por lo que hacemos, sino por la manera en que consideramos una situación y nos calificamos por ella.
Veamos el siguiente ejemplo:
Marcos y Fernando le prometieron a sus parejas que las iban a llevar de viaje, como regalo de aniversario.
Las dos mujeres empacaron, prepararon todo lo necesario y les platicaron a sus amigas.
Muy pocos días antes del viaje, ambos esposos llegan a la casa y dicen que tienen que cancelar el viaje, mientras observan la cara de tristeza de sus mujeres.
Marcos ve a su mujer y piensa:
¡Qué mal me porté!
Mi pareja confía en mí y yo no debería haberle fallado.
Soy un irresponsable por no haber cumplido lo que prometí.
Soy malo por causarle tanto dolor a mi esposa
Fernando nota la expresión de su mujer y piensa:
Realmente me hubiera gustado poder cumplir mi promesa y llevarla de viaje.
Me duele ver que mi pareja se siente mal, pero no era esa mi intención.
Voy a hablar con ella para explicarle lo que sucedió y ver cómo puedo compensarla.
¿Cómo crees que se siente cada uno de ellos?
Probablemente Marcos se sienta culpable, pero la culpa no garantiza que busque una buena solución.
Fernando se está responsabilizando de su conducta, no siente culpa y actúa.
¿Te has dado cuenta que hay personas que se siguen sintiendo culpables por algo que sucedió hace muchos años?
¿Crees que esa culpa los ha beneficiado?
El problema no está en reconocer que actuamos mal o que le causamos daño a alguien.
Si nos detenemos en este punto y a partir de ellos corregimos, está bien.
Ese reconocimiento es indispensable para poder relacionarnos y para tener una vida mejor.
El problema es que decimos:
Hice… y está mal.
No debería haberlo hecho, por o tanto yo soy…
Nos ponemos una etiqueta negativa y nuestro pensamiento gira y gira alrededor de esa etiqueta, devaluándonos y disminuyendo nuestra autoestima.
Pero no siempre es así
¿Has notado que, ante una misma conducta o situación, no todas las personas se sienten culpables?
¿Sabes a que se debe esta diferencia?
La culpa no está provocada por lo que hacemos, sino por la manera en que consideramos una situación y nos calificamos por ella.
Veamos el siguiente ejemplo:
Marcos y Fernando le prometieron a sus parejas que las iban a llevar de viaje, como regalo de aniversario.
Las dos mujeres empacaron, prepararon todo lo necesario y les platicaron a sus amigas.
Muy pocos días antes del viaje, ambos esposos llegan a la casa y dicen que tienen que cancelar el viaje, mientras observan la cara de tristeza de sus mujeres.
Marcos ve a su mujer y piensa:
¡Qué mal me porté!
Mi pareja confía en mí y yo no debería haberle fallado.
Soy un irresponsable por no haber cumplido lo que prometí.
Soy malo por causarle tanto dolor a mi esposa
Fernando nota la expresión de su mujer y piensa:
Realmente me hubiera gustado poder cumplir mi promesa y llevarla de viaje.
Me duele ver que mi pareja se siente mal, pero no era esa mi intención.
Voy a hablar con ella para explicarle lo que sucedió y ver cómo puedo compensarla.
¿Cómo crees que se siente cada uno de ellos?
Probablemente Marcos se sienta culpable, pero la culpa no garantiza que busque una buena solución.
Fernando se está responsabilizando de su conducta, no siente culpa y actúa.
¿Te has dado cuenta que hay personas que se siguen sintiendo culpables por algo que sucedió hace muchos años?
¿Crees que esa culpa los ha beneficiado?
El problema no está en reconocer que actuamos mal o que le causamos daño a alguien.
Si nos detenemos en este punto y a partir de ellos corregimos, está bien.
Ese reconocimiento es indispensable para poder relacionarnos y para tener una vida mejor.
El problema es que decimos:
Hice… y está mal.
No debería haberlo hecho, por o tanto yo soy…
Nos ponemos una etiqueta negativa y nuestro pensamiento gira y gira alrededor de esa etiqueta, devaluándonos y disminuyendo nuestra autoestima.
La culpa surge cuando nos calificamos por nuestras acciones,
pensamientos y sentimientos.
¿Pero te has dado cuenta, cuantas veces estás juzgando con parámetros o valores de otras personas, que no se aplican a ti, que ya son obsoletos o imposibles de cumplir en esta época?
Muchos de nosotros fuimos educados con la idea de que una buena madre es la que está todo el día con sus hijos, para cuidarlos, atenderlos y demostrarles su cariño.
¿Qué sucede con la mujer que tiene que trabajar todo el día fuera de la casa?
Si sigue creyendo esto se siente culpable.
Lo más probable es que su sentimiento de culpa:
¿Pero te has dado cuenta, cuantas veces estás juzgando con parámetros o valores de otras personas, que no se aplican a ti, que ya son obsoletos o imposibles de cumplir en esta época?
Muchos de nosotros fuimos educados con la idea de que una buena madre es la que está todo el día con sus hijos, para cuidarlos, atenderlos y demostrarles su cariño.
¿Qué sucede con la mujer que tiene que trabajar todo el día fuera de la casa?
Si sigue creyendo esto se siente culpable.
Lo más probable es que su sentimiento de culpa:
· Haga que consienta
demasiado a sus hijos para "compensarlos".
Con lo cual los perjudica.
Con lo cual los perjudica.
· Se siente tan culpable y
tensa, que cuando está con ellos, está irritable, se molesta fácilmente, los
regaña, etc.
Actuando así, sólo se mantiene, emocionalmente, aún más alejada de ellos.
Actuando así, sólo se mantiene, emocionalmente, aún más alejada de ellos.
Esta creencia era válida
hace muchos años en donde la situación económica de muchas parejas, las
distancias, las exigencias de la vida moderna, etc., eran diferentes.
Ante una nueva forma de vida y nuevas exigencias, necesitamos pensar y actuar de manera diferente.
No estamos cuestionando si era mejor o peor antes.
Tenemos que aceptar nuestra realidad, para sacar el mejor provecho de ella.
Porque hay cosas que no podemos cambiar, porque no dependen de nosotros.
Ante una nueva forma de vida y nuevas exigencias, necesitamos pensar y actuar de manera diferente.
No estamos cuestionando si era mejor o peor antes.
Tenemos que aceptar nuestra realidad, para sacar el mejor provecho de ella.
Porque hay cosas que no podemos cambiar, porque no dependen de nosotros.
¿Qué hacer?
Cuando te sientas culpable, en lugar de regañarte, atacarte, calificarte negativamente y evaluarte, enfócate en tú conducta.
Analiza qué fue lo que hiciste o dejaste de hacer.
En función de qué, estás calificándolo como malo.
Piensa si estas juzgándote con ideas o valores de otras personas o de otros tiempos.
Pregúntate:
¿Estoy dañando a alguna persona o a mí mismo?
¿Lo podía haber evitado, sin causar problemas mayores?
¿Cuáles fueron las circunstancias que influyeron en mí conducta?
¿Qué sentimientos contribuyeron?
¿Cuáles eran mis opciones y por qué elegí actuar así?
Responder honestamente a estas preguntas, no "borra" la conducta y las consecuencias de la misma.
Pero nos puede ayudar a:
Cuando te sientas culpable, en lugar de regañarte, atacarte, calificarte negativamente y evaluarte, enfócate en tú conducta.
Analiza qué fue lo que hiciste o dejaste de hacer.
En función de qué, estás calificándolo como malo.
Piensa si estas juzgándote con ideas o valores de otras personas o de otros tiempos.
Pregúntate:
¿Estoy dañando a alguna persona o a mí mismo?
¿Lo podía haber evitado, sin causar problemas mayores?
¿Cuáles fueron las circunstancias que influyeron en mí conducta?
¿Qué sentimientos contribuyeron?
¿Cuáles eran mis opciones y por qué elegí actuar así?
Responder honestamente a estas preguntas, no "borra" la conducta y las consecuencias de la misma.
Pero nos puede ayudar a:
·
Comprender el porqué de mis acciones,
·
verlas como una mala decisión, basada en el aprendizaje de mi
niñez o en la presión de mis emociones,
·
analizar si mis expectativas son demasiado altas, debido a una
baja autoestima,
·
centrarme en mi conducta para corregir, si es posible,
·
aprender, para no volver a actuar de la misma manera,
·
revisar mis creencias y valores, para ver de donde vienen y si
actualmente son validos y adecuados o no.
Cuando la culpa
que tú sientes, está causada por las palabras de los demás, haz las mismas
preguntas pero en relación a ellos y descubre que tanta validez pueden tener.
No importa lo que nos digan.
Es nuestra responsabilidad analizarlo y aceptarlo o negarlo, de acuerdo a nuestras conclusiones y metas.
Si tú no quieres sentirte culpable, nadie puede obligarte.
Son tus pensamientos los que provocan y mantienen la culpa.
Y tú, eres el que los maneja.
¿Sabías que muchas veces mantenemos el sentimiento de culpa, porque nos ayuda a sentirnos menos "malos"?
Pensamos qué, si realmente fuéramos tan malos, no sentiríamos culpa.
Esta es una creencia completamente equivocada que no nos ayuda, sólo nos perjudica.
Trabajar en los sentimientos de culpa no es fácil.
Pero si aprendemos a responsabilizarnos, sin sentir una culpa negativa, nuestra conducta y nuestros sentimientos mejoran de una manera impresionante.
No importa lo que nos digan.
Es nuestra responsabilidad analizarlo y aceptarlo o negarlo, de acuerdo a nuestras conclusiones y metas.
Si tú no quieres sentirte culpable, nadie puede obligarte.
Son tus pensamientos los que provocan y mantienen la culpa.
Y tú, eres el que los maneja.
¿Sabías que muchas veces mantenemos el sentimiento de culpa, porque nos ayuda a sentirnos menos "malos"?
Pensamos qué, si realmente fuéramos tan malos, no sentiríamos culpa.
Esta es una creencia completamente equivocada que no nos ayuda, sólo nos perjudica.
Trabajar en los sentimientos de culpa no es fácil.
Pero si aprendemos a responsabilizarnos, sin sentir una culpa negativa, nuestra conducta y nuestros sentimientos mejoran de una manera impresionante.